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ESTOICISMO

El Estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio (336 a.C.-264 a.C.), en el año 301 a.C. Su doctrina filosófica está basada en el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones, que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal. Su objetivo es alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales. Durante el periodo helenístico adquirió mucha importancia y difusión, ganando gran popularidad por todo el mundo, especialmente en las élites romanas. Su periodo de preeminencia va del siglo III a.C. hasta finales del siglo 2 d.C. Tras este periodo comenzó a dar signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto Imperio Romano y el auge del cristianismo. Su nombre, “Estoicismo” proviene de “Stoa”, un espacio arquitectónico cubierto, de planta rectangular, alargado y conformado mediante la sucesión de columnas y pilares, existente en Atenas y en donde Zenón de Citio filosofaba y daba forma al Estoicismo.

La perspectiva histórica del Estoicismo se pueden dividir en distintos periodos seculares, donde se consideran los siguientes:

a)      Estoicismo Antiguo (siglos IV a.C.-III a.C.).

Iniciado por Zenón de Citio en el Stoa o Pórtico pintado del Ágora de Atenas. A la muerte de Zenón, sus discípulos continuarían expandiendo su filosofía. El corpus doctrinal de este Estoicismo Antiguo de Zenón se ha perdido y conocemos algo de ellos por sus discípulos y cuyas obras más conocidas son “De la vida conforme a la naturaleza”; “De los universales”; “Argumentos dialécticos” y “De las pasiones”. Entre los autores más significativos, además de Zenon de Citio, aparece Sócrates (470 a.C.-399 a.C.), del que bebió el propio Zenón; Diógenes Laercio (180-240); Crátes de Tebas (365 a.C.-285 a.C.); Platón (427 a.C.-347 a.C.); Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.); Heráclito (540 a.C.-480 a.C.) y otros. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por el establecimiento formal de la doctrina.

b)     Estoicismo Medio (siglos II a.C.-I a.C.).

Durante este periodo se da a expansión del Estoicismo por todo el mundo Mediterráneo, aprovechando las redes comerciales surgidas con el auge de Roma. En estos siglos II a.C. y I a.C. se valora en mucho el Estoicismo que se introduce entre las élites romanas, que idealizaban y exaltaban la sencillez y sobriedad de los estoicos antiguos. Entre sus filósofos más destacados tenemos a Panecio de Rodas (180 a.C.-110 a.C.); Posidonio (135 a.C.-51 a.C.); Antípatro de Tarso (fallecido el 130 a.C.); Diógenes de Babilonai (230 a.C.-150 a.C.) y otros.

c)      Estoicismo Nuevo (siglos I a.C.-3 d.C.).

En esta etapa se consolida el Estoicismo romano, destacando por su vertiente eminentemente práctica, donde las consideraciones lógicas, metafísicas o físicas del Estoicismo Antiguo pasan a un segundo plano para desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la Escuela. Los principales exponentes de esta etapa fueron Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.), nacido en Hispania; Marco Tulio Cicerón (106 a.C.-43 a.C.); Cayo Musonio Rufo (20-101); Epícteto (55-135); Marco Aurelio Antonino Augusto (121-180), Emperador del Imperio Romano (161-180); Marco Porcio Catón, “Catón el Joven” (95 a.C.-46 a.C.).

d)     Estoicismo en los siglos posteriores.

Los primeros Padres de la Iglesia Cristiana valoran y admiran la ética del Estoicismo, que consideraban especialmente cercana a la suya propia, su calma, su serenidad, así como su posición frente a las adversidades, y podemos decir que el cristianismo era una conjunción entre Estoicismo, los esenios y el Antiguo Testamento. Esta influencia perduró hasta la llegada de filósofos de gran envergadura como René Descartes (1596-1650), filósofo francés; e Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán.

e)      Neoestoicismo.

Movimiento filosófico nacido en el siglo XVI que unía en concepción elementos estoicos y cristianos, fundados por el belga Justus Lipius (1547-1606). Este Neoestoicismo tuvo cierta influencia en escritores de los siglos XVII y XVIII, tales como el francés Barón de Montesquieu (1689-1755); el también francés Jacques-Benigne Bossuet (1627-1704); el inglés Francis Bacon (1561-1626); el español Francisco Gómez de Quevedo y Villegas (1580-1645) y el también español Juan Antonio de Vega y Figueroa Ávila y Zúñiga (1583-1658). Estos últimos no eran filósofos estoicos en su pureza, sino que en sus obras literarias y pensamientos se les notaba un acercamiento a la Moral estoica.

Los principios de la filosofía estoica los manifiesta Epícteto de la siguiente manera: “La filosofía no promete asegurar nada externo al hombre; en otro caso supondría admitir algo que se encuentra más allá de su verdadero objeto de estudio y material. Pues del mismo modo que el material del carpintero es la madera y el del escultor bronce, el objeto del arte de vivir es la propia vida de cada uno”.

Como filosofía, el Estoicismo también incluye algunas cuestiones que son propias del filosofar de la Antigua Grecia y tiene sus aportaciones, quizás no muy destacadas, en temas tales como:

1)      Lógica.

Dividieron la Lógica en Retórica y Dialéctica, como temas separados, dando especial importancia a la Gramática y a la Lógica Inductiva.

2)      Lógica Proposicional.

Es distinta de la Lógica de Aristóteles y los silogismos ya no utilizan premisas definidas, sino proposiciones que hacen el papel de dichas premisas, así aparecen variantes de la Lógica usando análisis de oraciones, expresiones singulares y plurales, tipos de predicados, índices, proposiciones existenciales, conectores oracionales, negaciones, disyuntivas, condicionales y otras formas válidas de argumentación.

3)      Categorías.

Los estoicos sostienen que todos los seres, no todas las cosas, son materiales. Además de los seres existentes, admiten cuatro incorporaciones: tiempo, lugar, vacío y decible.

4)      Epistemología.

Se considera como tal a los fundamentos del conocimiento lógico o científico, también llamado “Gnosología”. Sus premisas ni se pueden admitir sin demostración ni pueden ser simplemente hipotéticas. Por lo tanto el camino del conocimiento de lo general a lo particular mediante el silogismo es imposible, pues el punto de partida es incierto, de tal modo que lo mejor desde el punto de vista escéptico es abstenerse de juzgar, pues no se puede decir nada más allá del parecer.

5)      Física.

Los estoicos consideran que todo está sometido al cambio y al movimiento. El Universo es un todo armonioso y causalmente relacionado, que se rige por un principio activo, el Logos cósmico y universal en el que el hombre también participa.

6)      Teología.

Los estoicos son panteístas. No hay un Dios fuera de la Naturaleza o del Mundo; es el mismo Mundo en su totalidad el que es divino, lo que justifica que la creencia en los dioses, a su heterogeneidad, sea universal.

7)      Filosofía social.

Una característica distintiva del Estoicismo es su cosmopolitismo. Cada ser humano es, principalmente un ciudadano de su propia comunidad, pero también es miembro de la gran ciudad de dioses y hombres, de la cual la ciudad política es sólo una copia. Se refuerza esta idea con las manifestaciones de Lucio Anneo Séneca que dice: “Recuerda amablemente que el que llamas esclavo nació de la misma población, es sonreído por los mismos cielos y, en igualdad de condiciones con ti mismo, vive, respira y muere”.

8)      Ética: la Moral Estoica.

Es la parte más trascendente del pensamiento estoico, que viene a decir lo siguiente: al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y formar parte el hombre del Logos universal, la libertad no puede consistir más que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba fundamentalmente en vivir conforme a la Naturaleza. Por ello el hombre debe conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad.

El bien y la virtud consisten, por tanto, en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones, que no son sino desviaciones de nuestra propia naturaleza racional. La pasión es lo contrario que la razón, es algo que sucede y que no se puede controlar, por lo tanto debe evitarse. Las reacciones tales como el dolor, el placer o el temor, pueden y deben dominarse a través del autocontrol ejercitado por la razón, la impasibilidad y la imperturbabilidad. Estas surgirán de la comprensión de que no hay bien ni mal en sí, ya que todo lo que ocurre es parte de un proyecto cósmico. Sólo los ignorantes desconocen el Logos universal y se dejan arrastrar por sus pasiones. Los estoicos citan cuatro virtudes cardinales, derivadas de la enseñanza de Platón en su obra “República”, que son: sabiduría; coraje; justicia y templanza. La solución al mal y la infelicidad es, entonces, la práctica de la filosofía estoica, es decir, examinar los propios juicios y comportamientos y determinar dónde divergen de la razón universal de la Naturaleza.

Hoy en día el Estoicismo o el comportamiento estoico se entiende como la capacidad que puede tener el ser humano para soportar sufrimientos inimaginables, mediante el autocontrol y la fortaleza, como medio para superar las emociones y las pasiones; que no las extingue, sino que busca su transformación para que les permita poder desarrollar un juicio crítico, una calma interna y la libertad del sufrimiento, todo lo cual es considerado como su objetivo final. El dominio de las emociones y pasiones que afectan a las personas, superadas por la virtud y la razón, y cuyo objetivo es alcanzar la felicidad y la sabiduría sin necesidad de bienes materiales y fortuna. Esta moral estoica es el principio del que la Iglesia Católica define como virtudes teologales y cardinales.

En el actual siglo XXI está siendo muy frecuente usar el término “resiliencia”, sobre todo en temas económicos, laborales y empresariales, que se interpreta como la capacidad de adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos; sobre todo en los temas de “competitividad”, que generan estrés y que hay que superarlas. Para mí, esta “resiliencia” es la simple traslación a nuestros días del Estoicismo surgido hace más de dos mil cuatrocientos años.

Amigo lector, en lo que me sea posible, seguiré escribiendo.

Un afectuoso saludo.

                  Vicente Llopis Pastor

28 de marzo de 2021

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