Llevamos más de un año viviendo con la pandemia del coronavirus. Es el
principal problema sanitario y político que están intentando solucionar todos
los países, algunos con mayor eficiencia que otros. Pero lo que es indudable es
que los gastos sanitarios y los sistemas para curar o prevenir la pandemia han
sido, y siguen siendo, enormes. En el caso de España, con aumento del trabajo
de médicos y sanitarios, actuaciones de la Unidad Militar de Emergencia (UME), creación
de hospitales de campaña, confinamiento de la población, cierre de comercios,
bajada del turismo, limitación de horarios, uso del teletrabajo, reuniones
mediante videoconferencia, etcétera, etcétera. Con mis propios cálculos
personales creo que la factura que va a tener que desembolsar el Estado español
durante los años 2020 y 2021 por dicha pandemia van a ser cercanos a los
trescientos mil millones de euros, vía ERTE, ayudas a empresas, adquisición de
vacunas y material sanitario y otros. Dada la necesidad dineraria de nuestro
Gobierno, la Deuda Pública Soberana, que al inicio de la pandemia estaba en un
95% del Producto Interior Bruto (PIB), quizás llegue a situarse en un 140% a
final del 2021. Cifra escalofriante y que se ha disparado a una enorme
velocidad. Estimado lector, piense que España, al formar parte del Eurogrupo,
su deuda soberana ha de ser como máximo del 60% del PIB, que no está
cumpliendo, pero que tampoco cumplen el resto de los países del Eurogrupo; todo
ello porque se ha admitido una total flexibilidad para su cumplimiento por
todos los países miembros.
Pero espero que, en un tiempo prudencial, se haya superado esta
situación pandémica, tal vez hacia finales del actual año 2021, y volvamos a la
“nueva normalidad” que dijera en su momento nuestro Presidente del Gobierno.
Así ha ocurrido en las variadas ocasiones en las que ha habido situaciones
extraordinarias que han golpeado a todo el mundo, pero que se han podido
superar. Recuérdese la pandemia del cólera morbo del siglo XIV que mermó un
tercio de la población mundial; la pandemia de la mal llamada gripe española
(1918-1919); la Primera Guerra Mundial (1914-1918); la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945); el llamado “shock” del petróleo (1973), con un inusitado
incremento del precio de este carburante, y algunos otros casos.
Yo creo que de la actual pandemia hemos aprendido ciertas cosas,
algunas novedosas y otras no tanto, pero que van a cambiar nuestras vidas una
vez la hallamos superado. Para mí creo que irán por los siguientes caminos:
1)
Teletrabajo.
Se ha demostrado la capacidad y eficiencia de trabajar desde casa y va a
aumentar la proporción del teletrabajo.
2)
Educación.
Mediante sistemas tales como webinar y otras fórmulas, con menoscabo parcial de
la enseñanza presencial, sobre todo en las Universidades y Centros de Enseñanza
Superior.
3)
Reuniones de
directivos. Ya no será necesario coger un avión para ir, por ejemplo, de
Madrid a Nueva York, reunirse durante dos horas y volver seguidamente a Madrid.
Las reuniones serán mediante el sistema de videoconferencia sin necesidad de
desplazamiento.
4)
Telemedicina.
Menos asistencia a las consultas médicas, valiéndose del teléfono y en el que
el paciente podrá ser observado por el médico o enfermero en la pantalla de su
móvil para diagnosticar, prescribir y seguir la evolución de cualquier
enfermedad.
5)
Aseguramiento
del material sanitario. Como fórmula de atender a los pacientes o enfermos.
Lo hemos aprendido por el tema de las mascarillas, que solamente hemos podido
atender primera y principalmente las fabricadas por China. Ello ha generado un
mercadeo y, para evitarlo, habrá que mantener una cierta logística de material
sanitario.
6)
Compatibilizar.
La vida laboral con la vida familiar, ya que el operario trabajará desde su
casa y puede convivir más ampliamente con su familia.
7)
Socialización.
Se ha descubierto que la vida familiar que hemos tenido por causa del
confinamiento ha servido para cohesionar más la familia y conocerse mejor.
8)
Producción.
Ya está iniciada, pero se agudizará más la tensión entre Estados Unidos de
América y China. Esta última está a punto de superar el PIB de los
estadounidenses.
9)
Europa.
Quedará relegada a un tercer o cuarto lugar por PIB, incluso puede que
descienda todavía más. Podría decirse que es la abulia y lentitud de la “Vieja
Europa” frente a la energía y velocidad de la “Joven Asia-Pacífico”.
10) Robotización. Que sustituirá
progresivamente el trabajo de los operarios.
11) Digitalización. Todos los procesos
administrativos y de comunicaciones con la Administración Pública, clientes,
campañas publicitarias y demás se presentarán de forma digitalizada y con las
novedades de la tecnología 5G.
12) Inteligencia artificial. Que servirá
para que distintas máquinas o utensilios tomen decisiones programadas o,
incluso, sin ser programadas de antemano.
13) Economía verde. La ecología, reducción
de CO2, automóviles eléctricos, energías renovables, etcétera.
14) Jornada laboral. Se verá reducida. En
España ya se habla de la semana laboral en la que se trabajará unas treintaidós
horas durante cuatro días a la semana.
15) Ocio. Será distinto. Las personas
tendrán más tiempo libre. Quizás lo usen en entretenimientos virtuales en su
propia casa y acudan menos a espectáculos u otras fórmulas de fomentar la
cultura y el entretenimiento.
16) Longevidad. Se calcula que cada cinco
años transcurridos, aproximadamente se incrementa la esperanza de vida de la
población en un año. Posiblemente quienes están naciendo en estos momentos
llegarán a ser centenarios.
17) Distancias. Se acortan. Se podrá ir de
Alicante a Madrid en ferrocarril en menos de dos horas. Hace poco tiempo se
necesitaban cinco horas y anteriormente, en la década de los setenta del siglo
pasado, eran necesarias diez horas. Y así sucesivamente.
18) Varios. Este apartado es mi propio
“cajón de sastre” que servirá para “mantener” en pocos casos, y para “expurgar”
en muchos otros, las tradiciones, costumbres y hábitos.
Amigo lector. Para terminar me permito citar el refrán que dice “no hay
mal que por bien no venga”. No quiero decir que todo vaya a estar mejor cuando
desaparezca esta pandemia. Lo que sí que creo es que nuestra forma de vida será
“muy distinta”.
Estimado lector, ahí le dejo mis
reflexiones y percepciones.
Un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
27 de febrero de 2021
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