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VELOCIDAD DE CIRCULACIÓN DEL DINERO

 El concepto “velocidad de circulación del dinero” es un término que no suele incorporarse demasiado a la literatura económica; sin embargo, es una variable fundamental en el análisis económico y también para establecer las coordenadas de la política monetaria. Está íntimamente ligado con la Teoría Cuantitativa del Dinero, es decir, las consecuencias que en la economía real tiene la cantidad de dinero que existe en un país y sus efectos sobre la generación del Producto Interior Bruto (PIB); Índice de Precios al Consumo (IPC); Inversión; Consumo; Tipo de Interés; Demanda Global; Salarios; Nivel de Empleo y otros.

Su concepción es muy sencilla; concretamente es el número de veces que se ha usado una determinada cantidad de dinero en circulación y que está en manos de las empresas, personas o instituciones, para la realización de actividades que se incluyen dentro del PIB. Su formulación es muy simple y nos dice que V= Y/M; siendo “V” la velocidad de circulación; “Y” la Renta Nacional generada en un período de tiempo, normalmente un año, y que es una magnitud próxima al PIB; y “M” la masa monetaria o cantidad de dinero en circulación. Hay que aclarar que no todo el dinero que la autoridad monetaria o Banco Central emisor ha puesto a disposición de los particulares está siempre “activo”; es decir, que se usa para las transacciones; ya que los poseedores de dinero en ocasiones no lo usan o lo gastan, lo que se llama dinero “inactivo” y, por tanto, no genera actividad productiva alguna.

Normalmente, la velocidad de circulación del dinero es superior a la unidad, lo cual es lógico, ya que si fuera menor significaría que hay un exceso de dinero en manos del público, empresas, bancos comerciales y otros operadores económicos, que no lo utilizan, y la economía pierde dinamismo. Cuando la velocidad de circulación del dinero es muy alta, genera mayor actividad productiva e incrementa el nivel de empleo, pero una excesiva velocidad cuando la economía se está acercando al pleno empleo, lo que produce es una “inflación” que hay que controlar y una de las posibles medidas es manejar dicha velocidad, que cuando es baja se entiende como una política monetaria regresiva y cuando es alta, es una política monetaria expansiva. El exceso de velocidad, cuando hay tendencia al pleno empleo, es uno de los mayores enemigos de la estabilidad del sistema económico, la ya indicada “inflación”.

Los primeros autores que estudiaron y definieron esta velocidad fueron los profesores y catedráticos españoles del siglo XVI ligados a la “Escuela de Salamanca”, de la que he hablado en otras ocasiones, y que según el mayor tratadista de la historia del análisis económico, el austríaco Joseph Alois Schumpeter (1883-1950), quien considera que la creación de la Ciencia Económica nació en España, por un conjunto de filósofos, teólogos, juristas y economistas, sobre todo por Fray Tomás de Mercado (1530-1596) en su obra “Tratos y contratos de mercaderes y tratantes”, junto con Martín de Azpilicueta (1492-1586); Francisco de Vitoria (1483-1546); Domingo de Soto (1494-1560); Francisco Suárez (1548-1617) y otros destacados profesores y catedráticos que también enseñaron en diversas universidades europeas de Portugal, Francia, Alemania e Italia.

Estas aportaciones españolas fueron alabadas y posteriormente seguidas por John Locke (1632-1704), filósofo inglés que trató temas económicos tales como la Teoría del Valor y admitió la certeza de la Teoría Cuantitativa del Dinero de la Escuela de Salamanca; al igual que Richard Cantillon (1685-1734), economista inglés, quien trató sobre el papel de los empresarios y John Stuart Mill (1806-1875), economista inglés, uno de los llamados “Padres de la Ciencia Económica”. La velocidad del dinero es una variable que se incluye en la teoría cuantitativa del dinero y fue formalizada matemáticamente por Irving Fisher (1867-1947), economista estadounidense, quien poseía un gran bagaje matemático y estableció la llamada “Ecuación de Fisher”, en la que desarrolla un modelo de múltiples variables, entre las cuales pueden situarse variables dependientes e independientes y cuya ecuación admite una solución definida, sobre todo por la Actividad Económica que puede alcanzar; Nivel de Precios; Masa Monetaria en Circulación; Consumo; Inversión; Ahorro y otras variables macroeconómicas.  A este respecto hay que recordar que Aristóteles (384 a. C.- 322 a. C.), filósofo griego, ya dijo “el dinero parado no produce crías”.

La consideración de la velocidad del dinero es muy importante y las autoridades monetarias procuran medirla y establecer patrones del comportamiento. Por ejemplo, esta velocidad aumenta durante las fiestas navideñas; vacaciones u otros acontecimientos; ante ello la autoridad monetaria ha de vigilar e identificar las transacciones por si fuera necesario aumentar la liquidez de la economía mediante incremento de las emisiones de dinero y así evitar una desestabilización económica que, en algunos casos, podría incluso generar alguna que otra “burbuja” en determinados mercados.

Actualmente las investigaciones acerca de la velocidad del dinero van por la línea de si esta velocidad es constante o variable. Parece que el actual paradigma de conocimiento admitido por los economistas es que la velocidad tiende a ser constante, aunque pueda aparecer alguna breve variación cíclica, lo cual no es algo nuevo, ya que la Economía por sí misma es cíclica. Existen dos tipos de interpretaciones; una de ellas derivada de John Maynard Keynes (1883-1946), los llamados “keynesianos” que mediante estudios empíricos comprobaron que cuando la cantidad de dinero varia, la velocidad también varía y que, además, es poco previsible. De ahí que, entre otras cosas, los keynesianos dieran tanto protagonismo a la política fiscal, relegando la política monetaria al papel de mantener los tipos de interés a niveles óptimos, es decir, bajos para la economía. Frente a estas ideas keynesianas aparece la Escuela del Neocuantitativismo de Chicago, con Milton Friedman (1912-2006) a la cabeza, que postula un cambio en la cantidad de dinero para producir los efectos que se desean en los precios, sin que se produzcan cambios en el resto de las variables macroeconómicas del sistema. Estos estudios de Friedman muestran que la velocidad de circulación es constante o al menos es predecible a corto plazo y, por tanto, todo cambio en la cantidad de dinero produce cambios sustanciales en el resto de las variables macroeconómicas.  

El ejecutor de la política monetaria en el “Eurogrupo”, es decir, los países que tienen como moneda oficial el Euro, es el Banco Central Europeo (BCE), quien enfoca como objetivo único el controlar la inflación, para lo cual utiliza el concepto de “Volumen de Medios de Pago”, que el BCE denomina M3, que es superior a la cantidad de dinero en circulación, porque añade la capacidad potencial de las tarjetas de crédito emitidas por entidades bancarias u otras empresas y se fija empíricamente que la velocidad de circulación del “Volumen de Medios de Pago” es casi constante. De todas formas, la actual situación económica, monetaria y financiera, está muy acentuada porque el BCE está incrementando la liquidez de los bancos para poder solucionar las dificultades de la economía por razones de la pandemia del coronavirus. Hasta ahora, esta política está dando buenos resultados, ya que permite “engrasar” o financiar con mayor facilidad la economía productiva o real. Por cierto, con mucho éxito ya que, por el momento, no está generando inflación, entre otras cosas porque según la Teoría Cuantitativa del Dinero no hemos llegado al pleno empleo.

La materialización de la política monetaria por parte del BCE es una consecuencia de la variación de la velocidad de circulación del dinero; pero en este caso no es el dinero legal emitido, sino que incluye una masa monetaria mayor que, como he dicho anteriormente, se llama “Volumen de Medios de Pago”. Hay que tener en cuenta que la política monetaria que materializa el BCE es independiente de las políticas fiscales, arancelarias o de otro tipo, que fije el Gobierno o el Estado. Esta dicotomía es consecuente con lo que estaba incorporado en el Bundesbank alemán, para evitar que el Gobierno pudiera manejar tanto la economía real como la monetaria, y que la historia ha demostrado sucesivas oleadas de inflación y empobrecimiento en algunos países europeos; sobre todo en la República de Austria y en la República de Weimar de Alemania en la década de los años 20 del pasado siglo y que fue el caldo de cultivo para que aparecieran momentos autocráticos y totalitarios como fue el nazismo.

Estimado lector, ahí le he expuesto una pincelada sobre la llamada “velocidad de circulación del dinero”. Entiéndala y úsela como desee. Pero tenga en cuenta que si no la usa le ocurrirá lo que ya dijo Aristóteles, no generará crías y perderá capacidad de gasto e incluso de su retribución; pero tampoco circule a una velocidad de un Ferrari de la Fórmula 1 porque puede llegar a estrellarse y perder su dinero por apretar demasiado el acelerador del gasto.

Amigo lector, ahí tiene la información y mis consejos. Usted decidirá.

Un afectuoso saludo.

                  Vicente Llopis Pastor

30 de enero de 2021  

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