El sionismo es una ideología y un movimiento político nacionalista que propuso, desde sus inicios, el establecimiento de un Estado para el pueblo judío, colectividad religiosa y cultural descendiente del pueblo hebreo y los antiguos israelitas del Levante Mediterráneo. Este pueblo intentaba, preferentemente, ubicarse en la antigua Tierra de Israel, término histórico empleado en las tradiciones judías y cristianas para referirse a los antiguos reinos de Judá e Israel, es decir, al territorio de los israelitas. La Biblia lo expresa como “Tierra Prometida”, mientras que los cristianos utilizan a menudo la denominación de “Tierra Santa”, que también lo hacen suyo ocasionalmente los hebreos. Dicho movimiento fue el promotor y responsable, en gran medida, de la fundación del actual Estado de Israel en el año 1948.
El sionismo
aparece en Europa Central y Oriental a finales del siglo XIX. Su fundador, en
tanto que movimiento organizado, fue el periodista austrohúngaro de origen
judío Theodor Herzl (1860-1904), como respuesta a la ola antisemita que
recorrió Europa en aquellos años, uno de cuyos exponente que más dolió al
pueblo judío fue el Asunto Dreyfus, también llamado “El caso Dreyfus”, que tuvo
como origen una sentencia judicial sobre un trasfondo de espionaje y
antisemitismo, en el que la víctima fue el capitán del Ejército Francés Alfred
Dreyfus (1859-1935), hijo de una acaudalada familia de origen judío que
abandonó Alsacia cuando esta región fue anexionada por Alemania tras la Guerra
Franco-Prusiana de 1871. Alsacia, posteriormente pasó a ser nuevamente de
Francia. Este caso se fundamentó en que el entonces capitán Dreyfus era un
espía en favor de Alemania, y como tal fue degradado y expulsado del Ejército.
Luego se supo que no hubo tal espionaje por su parte, y que sólo fue un caso de
antisemitismo, siendo el capitán Dreyfus incorporado, años más tarde, al
Ejército francés. El movimiento sionista tuvo como objetivo fomentar la
emigración judía a Palestina, y alcanzó su objetivo con la fundación del citado
Estado de Israel. El sionismo constituye una rama del fenómeno más amplio del
nacionalismo moderno. Descrito como un “nacionalismo en la diáspora”, se
autodefine como “un movimiento de liberación nacional”, cuyo objetivo es “la
libre autodeterminación del pueblo judío”.
Hay que
destacar que desde el siglo I de nuestra era, los judíos han vivido en el
exilio, si bien ha habido una pequeña presencia en la Tierra de Israel; siendo
expulsados de ella entre los años 132-135, formando la llamada “Diáspora
Judía”. Durante siglos ha existido, entre los judíos de la diáspora, una gran
nostalgia de origen religioso y de retornar a la patria histórica del pueblo
judío que, a mediados del siglo XIX, comenzó a secularizarse, al entrar en
contacto con las grandes corrientes ideológicas europeas de la época, el
liberalismo, el socialismo y el nacionalismo. El nacimiento del sionismo está
ligado a la eclosión de los nacionalismos en el siglo XIX europeo, que tuvieron
como bandera común la idea de “un pueblo, un Estado” y que está en el origen
del concepto de Estado-Nación. Corrientes de este tipo las hubo en Italia y en
Alemania, y en muchas ocasiones se manifestaron algunos países con cierto
antisemitismo.
El verdadero
creador del sionismo fue Theodor Herlz, quien describió una visión sionista
presentada en su totalidad en su libro “El Estado judío: Ensayo de una solución
moderna a la cuestión judía”, que publicó en febrero de 1896, donde propuso que
la solución al problema judío era la creación de un Estado judío independiente
y soberano de todos los judíos del mundo. En el comienzo de su actividad, Herlz
comprendió la necesidad de un Estado judío, pero fracasó en su intento de
captar la atención de los judíos más acaudalados e influyentes, como el Barón
Hirsch (1831-1896) o el Barón Rothschild (1840-1915). Al principio, el texto no
fue muy bien recibido en los ambientes judíos liberales y asimilacionistas de
Europa Central y Occidental, ya que se consideraba una quimera más. Tampoco fue
de agrado en las sinagogas, donde se percibió contrario a las enseñanzas
religiosas. Por otro lado, sus ideas fueron recibidas con mucho entusiasmo por
las masas judías, que lo consideraron como el moderno Moisés. Precisamente
estas masas, ubicadas en distintos países de Europa, incluyendo Rusia y otras
regiones asiáticas, se identificaron prontamente con las ideas de Herlz, y se
celebró el “Primer Congreso Sionista”, en Basilea, Suiza, del 29 al 31 de
agosto de 1897, en el que se creó la “Organización Sionista Mundial” (OSM),
presidida por el propio Theodor Herlz, y que fue la más importante plataforma
sionista identificada como “El programa de Basilea”, en la que se adoptó,
incluso, un himno, posteriormente convertido en Himno Nacional del Estado de
Israel.
La llamada
Tierra de Israel, entonces ocupada por los palestinos, formaba parte de las
colonias de Reino Unido, y su Primer Ministro, Arthur Balfour (1848-1930), en
su llamada “Declaración de Balfour” de 1917, apoyó la creación de una patria
judía en el Mandato Británico de Palestina. En 1922, la Sociedad de Naciones
hizo suya la Declaración formulada en el Mandato que en su momento había dado a
Gran Bretaña. Los judíos de distintos lugares fueron comprando algunos terrenos
en la zona ocupada por los palestinos y, al finalizar la Segunda Guerra Mundial
y abandonar en 1948, Gran Bretaña, su Protectorado, los judíos, por medio de
los terrenos que habían adquirido, y por medio de las técnicas de espionaje y
terrorismo, se fueron haciendo fuertes y dominando una parte de la Palestina de
entonces.
A partir de
esa fecha, las luchas entre musulmanes y judíos han sido constantes. En
principio, el Estado Judío, que parecía que iba a ser una entelequia, se
transformó en un estado fuerte y belicoso, rodeado de países árabes, y contra
los que tuvo que luchar para sobrevivir. Poco a poco, y en sucesivas guerras y
anexiones territoriales, siempre con la ayuda de los lobbies judíos mundiales,
fundamentalmente estadounidenses, que dedicaron grandes sumas para la
consolidación del Estado de Israel, amén de la disciplina, voluntariedad,
servicio militar e ideología de sus ciudadanos, se ha transformado en un
pequeño pero fuerte Estado que ya es reconocido por la mayor parte de las
naciones del mundo e, incluso, han fijado su capital, que en principio era Tel
Aviv, a la ciudad de Jerusalén, por entender que tenían el derecho de haber
estado hace cerca de dos mil años, un grupo de judíos, ubicados allí; todo ello
con el beneplácito del poderoso Estados Unidos de América, cuya industria
cinematográfica de Hollywood; diamantes; negocios e industrias varias, están en
manos de judíos norteamericanos, que envían ingentes cantidades de dinero al
Estado de Israel y que, con ello, tienen asegurada su defensa militar frente a
sus vecinos musulmanes. No es de extrañar que el Primer Ministro de Israel
acuda en numerosas ocasiones a lo largo del año, a comentar, despachar o pedir
ayuda al Presidente de los Estados Unidos de América.
Poco más
puedo añadir, ya que el terrorismo inicial de los judíos; su servicio de
espionaje , el “Mossad”, considerado como el mejor del mundo; las guerras del
Yom Kippur; la toma de los Altos del Golán y la toma de tierras de los
palestinos, están dando lugar a un Estado muy fuerte y que, parece ser, en el
citado Congreso de Basilea de 1897, se aprobó un concepto llamado “Los
protocolos de los sabios de Sion”, de carácter secreto, en el que tienen
planificado su futuro, incluso en el caso de que fallara su ubicación en el
actual Estado de Israel, parece ser que podrían asentarse fácilmente en cualquier
otro lugar del mundo, fundamentalmente en Sudamérica, África e, incluso, Asia.
Estimado
lector, éste es, a grandes rasgos, el trazado del camino que está siguiendo el
sionismo, fundamentado intelectualmente por Theodor Herlz, y que es una
realidad como Estado en los tiempos actuales. A pesar de los numerosos intentos
de los países árabes y musulmanes que rodean su territorio, no han podido
derrotarlo y siempre ha sido vencedor el Estado de Israel. Hasta tal extremo se
considera la labor de Theodor Herlz con la creación del sionismo que los
catedráticos y especialistas de la Historia mundial lo consideran como uno de
los grandes personajes, en algunos casos, cercano a Mahoma o a Jesucristo, y
por encima de Moisés.
Quizás sea
una excesiva audacia por mi parte pero, yo creo, que el Estado de Israel está
más fuerte y mejor asentado que muchos Estados que tienen siglos de existencia
y que se consideran civilizados y demócratas dentro del mundo actual.
Amigo lector,
ésta es mi opinión. Puede que no esté totalmente acertado. El tiempo lo dirá.
Un afectuoso
saludo.
Vicente
Llopis Pastor
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