El libro “La interpretación de los sueños” (1899) es una obra de Sigmund Freud (1856-1939), médico y psiquiatra austríaco, creador del psicoanálisis. Esta publicación inauguró la teoría freudiana del análisis de los sueños, cuya actividad describió como “la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica”. Freud plantea que los sueños son una realización alucinatoria de deseos y, por consecuencia, una vía privilegiada de acceso al inconsciente, mediante el empleo del método interpretativo fundado en la “asociación libre” de los símbolos más importantes del sueño. El texto es importante, ya que Freud expone de forma sistemática su primera teoría sobre el aparato psíquico, o “primera tópica”.
En este libro, el autor introduce el concepto de “yo”, descubriendo la teoría del inconsciente, preconsciente y consciente. La personalidad humana se manifiesta de forma consciente en aproximadamente un cinco por ciento, siendo el noventa y cinco por ciento restante, inconsciente. La voluntad del individuo controla la parte inconsciente, mientras actúa en la vida y en la relación con los demás; en los sueños, aparece un estrato que él llama preconsciente, de aproximadamente otro cinco por ciento que, al no estar controlado por la voluntad del individuo, se manifiesta en dichos sueños. A pesar de ello, todavía queda el noventa por ciento de conocimiento sobre el ser humano. Este noventa por ciento intentó Freud descubrirlo mediante la técnica del psicoanálisis que, como he dicho más arriba, es dejar hablar al individuo o paciente de su consulta para generar asociaciones libres, en este caso asociaciones intelectuales recogidas por Sigmund Freud. Este tramo entre el consciente y el inconsciente, es decir, el preconsciente que aparece durante los sueños, algunos expertos le llaman “porosidad”, como metáfora de trasladar lo inconsciente a lo consciente. Esta obra está considerada como su más importante contribución a la psicología. El propio Freud entendió sobre su obra “un descubrimiento como éste se corresponde a uno de entre muchos, pero sólo se vislumbra una vez en la vida”.
Para una mejor comprensión del párrafo anterior, me permito explicar algunos conceptos e ideas, por ejemplo:
Psicoanálisis. Práctica terapéutica y técnica de investigación fuñenda por Sigmund Freud alrededor de 1896 en base a la cual se han desarrollado posteriormente escuelas de psicología profunda de orientación dinámica y analítica.
Análisis de los sueños. Arte y técnica de asignar significado a los distintos comportamientos, elementos e imágenes que aparecen en los sueños. Se trata de una práctica humana milenaria, de las que se conservan registros escritos de hace más de tres mil ochocientos años de antigüedad.
Inconsciente. Estado o disposición mental que presenta aquél sujeto que desarrolla inadvertidamente su comportamiento, es decir, sin darse cuenta, y que, en general, no depende de su voluntad el realizarlo.
Asociación libre. Que manifiesta el individuo durante las sesiones del tratamiento, todas las ocurrencias, ideas, imágenes, emociones, pensamientos, recuerdos o sentimientos, sin estructuración, restricción ni filtro.
En este libro “La interpretación de los sueños”, Sigmund Freud hace significar que algunos objetos con los que soñamos, suelen ser algo de importante simbolismo, que puede estar asociado a un significado. Si se suele soñar con algo recurrente, puede indicar que está muy presente un hecho, que ha causado gran impacto, algo que te preocupa, o algún problema por resolver. Los sueños suelen tener que ver con experiencias que hemos vivido en ese mismo día o algún día o fecha anterior. Si se trata de soñar con algo recurrente, puede indicar algo que está muy presente, un hecho que ha causado impacto, situación que te preocupa, algún problema por resolver. Por lo general, algún objeto en sí no tiene por qué significar nada en sí, tal vez sea una proyección de algo que ha pasado, por eso, en ocasiones, puede surgir en los sueños objetos totalmente raros o poco habituales.
En mi caso particular, de niño y de joven, solía soñar que estaba en la guerra de trincheras, y me desplazaba de una a otra trinchera disparando y buscando alcanzar algo. Algunas personas, no profesionales, a quienes he consultado, me han dicho que eso era un deseo de lograr algo pero que no me atrevía a llevarlo a cabo, por eso luchaba “atrincherado”. Puede que tuvieran razón, porque siempre he tenido un espíritu aventurero e, incluso, de explorador, y de búsqueda de tierras y de hechos y circunstancias desconocidas, pero que nunca he llegado a decidirme a hacerlo por lo escalofriante que pudiera llegar a ser y por ello no quería herir o que afectara a mi familia o a mi prestigio y profesionalidad. Tal vez, por ello, puede que me haya sentido en algunos momentos como un frustrado. Pero son interpretaciones de no profesionales. De todas formas existen algunas maneras de entender lo que significan los sueños que suelen ser de dominio público. Por ejemplo, soñar con puertas, simboliza la separación entre el mundo real y el mundo misterioso y extraño, que por un lado despierta nuestra curiosidad y por otro nos genera algo de angustia. Si la puerta está cerrada, manifiesta que no tenemos la disposición para entrar. Si son muchas puertas, se entiende que tenemos muchas oportunidades de que se abran ante nosotros, y nos llevarán a sitios en donde encontraremos la felicidad. Si la puerta es de cristal, se entiende que tenemos capacidad para ver más allá, con lo cual nos podemos convertir en oráculos y descubrir el futuro que nos espera. Si soñamos con la puerta trasera simboliza el secreto de algo que está oculto. Si son puertas giratorias, es que tenemos la posibilidad de escoger entre varias ofertas o elecciones, pero escoger sin que ello nos conduzca a ningún lugar. Si soñamos con platos, es el simbolismo que tiene que ver con la preparación de conceptos y el posterior servir de unas ideas a un receptor. Soñar con zapatos sería la creencia que edifican nuestras maneras de actuar. Si soñamos con armas, es el deseo de destruir a alguien o a algo que nos está causando algunos problemas. Éste, tal vez, sería el caso de mis sueños de niñez y juventud. Soñar con utensilios de cocina, podría ser que nos consideremos como un esclavo o sirviente en nuestro propio hogar, tal vez la acumulación de frustraciones, etcétera, etcétera. Es decir, interpretaciones “no científicas” y que son fruto de la imaginación de cada individuo y que si lo consultamos con otras personas, cada una nos dirá una explicación distinta. Por lo tanto, amigo lector, no caiga en la cuenta de la veracidad total, ya que todo es opinable.
A mí me parece que se acercan más a la realidad los llamados “sueños sexuales”. En esta cuestión entiendo que el sexo favorece el sueño y viceversa. Pero en estos temas tan delicados, íntimos y personales, no puedo manifestarme, pero creo que es de importancia vital, e incluso, de amplio significado si se sueña con hacer el amor en público, en privado, con intentarlo, con el hechizo de lograrlo, con el consentimiento, con desconocidos, etcétera, etcétera. Estos, creo que pueden definir a una persona mucho más que soñar con cualquier otro objeto. Pero no estoy muy ducho para manifestarme.
Pero este artículo se refiere al libro “La interpretación de los sueños”, de Sigmund Freud, que puede considerarse la base del psicoanálisis, que creó este destacado médico y neurólogo austríaco, que ha servido de basamento a toda una teoría y práctica del psicoanálisis que tanto se usa hoy en día para todo tipo de fines e, incluso, para el “nosce te ipsum”, es decir, “conócete a ti mismo”, traducción latina de una famosa inscripción griega grabada en el frontispicio del Oráculo de Delfos.
Amigo lector, hoy casi cualquiera puede interpretar los sueños. Si le preguntas a alguien que has soñado en esta u otra cosa, casi siempre te dan una respuesta. Muchas de éstas son estereotipadas y son una especie de unidad de los sueños con los deseos e, incluso, con lo que te va a ocurrir. Normalmente no tienen ningún fundamento científico, aunque según la forma con la que te responden se les suele dar cierta concepción de augurio de lo que te va a ocurrir. Este ha sido el deseo del ser humano desde siempre y para lo que acuden a gurúes, chamanes o adivinos actuales que saben darte una respuesta que te parece personalmente satisfactoria.
Pero fue Freud el que le dio cierta validez a los presagios de los sueños. Fue su primera y gran obra, a la que siguieron tratados tales como “Estudios sobre la histeria”; “Psicopatología de la vida cotidiana”; “Otros ensayos de teoría sexual”; “Tótem y tabú”; “Más allá del principio del placer psicológico de las masas y análisis del yo”; “El yo y el ello”, y tantos otros que lo han hecho trascender como un gran sabio y creador del psicoanálisis.
Estimado lector, acepte en lo que pueda y entienda lo que significa la interpretación de los sueños, pero no olvide a nuestra querida España y al bello idioma español, tan significativo y laureado, y en cuyas referencias no puede faltar Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), uno de los más insignes literatos barrocos del “Siglo de Oro de la Literatura Española” y su obra “La vida es sueño” (1635), en su soliloquio más famoso del drama español que ocurre al final del primer acto, cuando Segismundo piensa en la vida y en la suerte, y que dice así:
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Amado lector, seguiré escribiendo.
Vicente Llopis Pastor
30 de diciembre de 2020
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