El
Índice de Precios al Consumo (IPC) es el más conocido de entre los diversos
índices que habitualmente se calculan para medir la evolución de los precios y
de esta forma poder determinar la inflación. Su enorme interés proviene de que
su evolución en el tiempo define las variaciones seguidas por la inflación, lo
que le sitúa como punto de referencia para las modificaciones a introducir, por
ejemplo, en las retribuciones salariales, los arrendamientos inmobiliarios, pensiones
de jubilación, contratos financieros y demás, y a él suelen referirse diversos
pactos y negociaciones bilaterales en el mundo de la economía y de las
finanzas.
Este IPC mide los cambios que, con
relación al que se considera como base, experimentan los precios del conjunto
de bienes y servicios que forman la denominada “cesta de la compra”, en
relación con un estrato determinado de la población. En España, para su
cálculo, se actúa del siguiente modo:
1) Se determina, en primer lugar, el
estrato de referencia, es decir, el grupo de familias que es representativo de
las del colectivo y que constituye el estrato de la población al que ha de
referirse el IPC.
2) Seguidamente, se realizan
“Encuestas de Presupuestos Familiares” sobre muestras de familias pertenecientes
todas ellas al estrato de referencia, obteniendo el conjunto de bienes y
servicios que dicho colectivo adquiere habitualmente para continuar
procurándose idéntico nivel de vida durante un período de tiempo de duración
razonable.
3) Para el período base, se estiman
los bienes y servicios que el estrato de referencia ha consumido.
4) Se eligen, para su inclusión dentro de la “cesta de la compra”,
aquellos bienes y servicios que tengan un peso específico respecto al gasto
total familiar.
5) Se especifican los artículos
elegidos para componer la “cesta de la compra”.
6) Se determina geográficamente dónde se recogerán los datos.
7) Por último, se trata la información recogida.
El primer IPC realizado en España
tomó como período base el año 1939. Entonces su nombre era “Índice del Coste de
la Vida”. Con posterioridad, el Instituto Nacional de Estadística (INE) fue cambiando
sucesivamente dicho Índice del Coste del a Vida en los años 1958, 1968, 1976,
1983 y 1993. El cálculo del IPC actual ha sufrido ciertas modificaciones por su
necesaria adecuación a los cambios habidos en los hábitos de consumo de las
familias españolas y por homogeneización del mismo con el establecido para el
resto de países de la Unión Europea. Por cierto, una nueva modificación por
causa de su identificación con criterios europeos fue incorporada en el mes de
enero del año 2002, hecho que resultó polémico por el escepticismo con el tomaron
sus resultados por los medios de comunicación social españoles y por el público
en general.
El IPC de nuestro país está
compuesto por todos los gastos de los hogares pluripersonales incluidos en el
estrato de referencia que se dedican al consumo, entendiendo por gasto de
consumo el flujo monetario que destina el hogar, y cada uno de sus miembros, al
pago de determinados bienes y servicios, considerados habitualmente como de
consumo, así como el valor de aquellos bienes provenientes del autoconsumo,
autosuministro o salario en especie que, siendo efectivamente consumidos por el
hogar, no tienen como contrapartida ningún flujo monetario inmediato.
En la actualidad, la “cesta de la
compra” del IPC incluye 479 artículos, divididos en doce grupos. El precio de
estos bienes se recoge en más e 22.000 tiendas en 177 municipios, de los
cuales, 52 son capitales de provincia y 125 otras localidades. Para evitar
variaciones, el INE no tiene en cuenta saldos, rebajas y ofertas a la hora de
establecer el precio de cada bien. El INE calcula cuánto ha variado el precio
de cada producto y después realiza el cálculo del IPC según la ponderación de
cada grupo. Esta es su actual distribución:
Grupo |
Sectores |
Número de artículos |
Ponderaciones (%) |
1 |
Alimentación
y bebidas no alcohólicas |
170 |
19,42 % |
2 |
Bebidas
alcohólicas y tabaco |
12 |
2,98 % |
3 |
Vestido y
calzado |
66 |
6,66 % |
4 |
Vivienda |
18 |
13,38 % |
5 |
Menaje |
57 |
5,85 % |
6 |
Medicina |
11 |
3,95 % |
7 |
Transporte |
31 |
14,74 % |
8 |
Comunicaciones |
5 |
3,64 % |
9 |
Ocio y
cultura |
43 |
8,60 % |
10 |
Enseñanza |
7 |
1,67 % |
11 |
Hoteles,
cafés y restaurantes |
22 |
12,34 % |
12 |
Otros |
37 |
6,78 % |
Para obtener estos datos, el INE usa
la “Encuesta de Presupuestos Familiares y Distribución de Gasto”, que realiza
periódicamente a un grupo de familias que varía cada cinco o seis años. Las
últimas bases de familias utilizadas han sido las del año 2011 y las de 2016. A
nivel estadístico, el INE utiliza un método matemático, conocido como Laspeyres
encadenado, que básicamente multiplica los nuevos precios de cada producto por
las cantidades anteriores, y los divide por los precios viejos multiplicados
por las cantidades anteriores. El INE actualiza el dato del IPC todos los
meses. Primero publica un IPC adelantado con su estimación de inflación a fin
de mes, y después el dato definitivo entre el día 10 y el 15 del siguiente mes.
Lo más habitual es que no haya cambios entre ambos. Actualmente lo que se
calcula en cada país de la Unión Europea (UE) es el llamado “IPC armonizado”,
que toma como referencia las normas del Banco Central Europeo (BCE) y es igual
para todos los países de la UE. Precisamente por eso se llama armonizado y se
utiliza para comparar la evolución de precios en cada Estado miembro. Además,
el INE también calcula lo que se llama “IPC subyacente”. Este índice mide la
evolución de los precios sin contar con productos energéticos y alimentos no
elaborados, que son dos de las partidas cuyo precio más varía durante el año.
Eliminando el petróleo, frutas y verduras, entre otros, se tiene una visión más
estable de la evolución de los precios en el país.
Con el paso de los años se van cambiando los criterios para definir
estas doce grandes funciones de consumo así como su ponderación. Por ejemplo,
en los últimos treintaicinco años, han aumentado su valor de ponderación los de
vestido, vivienda y transporte; decreciendo los de alimentación, menaje y
otros; permaneciendo prácticamente estables los de medicina y cultura. Además
de la novedad de la homogeneización del cálculo del IPC en toda la Unión
Europea, muy significativo para comparar entre los países miembros. España hace
años que tiene establecida su medición por Comunidades Autónomas, lo cual resta
uniformidad y diversifica sus resultados. De una forma u otra, e
independientemente de cómo y quién lo haga, lo cierto es que su cálculo
significa para la sociedad española en general, y para cada uno de nosotros en
particular, una cifra básica a la que están referidos multitud de contratos,
relaciones laborales, regulaciones financieras, decisiones de inversión y, en
general, todo un conjunto de medidas de política económica del Gobierno y de
decisiones económicas aplicables a los bolsillos de los ciudadanos.
Amigo lector, ésta es la realidad numérica, para cuyo cálculo, tanto
el INE como el BCE tienen expertos titulados en Economía, Estadística,
Sociología, Matemáticas, encuestadores de opinión y otros especialistas que usan
la citada metodología Laspeyres. Creo que los datos que nos facilitan son
correctos y muy precisos. A pesar de ello, en las conversaciones ordinarias con
muchas personas siempre me dicen lo mismo: “los precios están subiendo una
barbaridad. A este paso no llegaré a fin de mes”.
Estimado lector. ¿Quién tiene razón? No es lo mismo la apreciación,
sensación y visualización que nos legaron los filósofos de la Antigua Grecia,
tales como Aristóteles (384 a.C-322 a.C) o Platón (427 a.C-347 a.C). Creo que
en estos temas de cálculo estuvo más acertado Pitágoras (569 a.C-475 a.C),
padre del Cálculo y de las Matemáticas. Para mí el IPC es pitagórico. Por dicha
razón creo que el IPC es una correcta y precisa medición de la variación de los
precios en determinados periodos de tiempo.
Quizás me haya excedido en tecnicismos pero los resultados son reales
y para calcularlos se dedican centenares de personas en el INE, en Madrid, y en
el Banco Central Europeo en Frankfurt, algunos de ellos fueron brillantes
alumnos míos en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la
Universidad de Alicante, así que creo, que estamos en buenas manos.
Un afectuoso saludo
Vicente Llopis Pastor
30 de noviembre de 2020
Comentarios
Publicar un comentario