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LA VIÑA Y SU EROTISMO

España es prodiga en canciones populares, entre ellas algunas referidas a parras, uvas, viñas, viñedos, sarmientos, vendimia, vino, y demás consideraciones que se suelen cantar en coplas y manifestar en juegos infantiles; bailar en fiestas populares e, incluso, son fuentes de documentación y estudio para ensayos o tesis doctorales. Sobre todo en lugares de Rioja, Ribera del Duero, campos de la Mancha y otros territorios en los que se cultiva uva y se produce vino o, séase, en casi toda España.

 Las labores vitícolas, vinícolas y vitivinícolas, son tan antiguas como la vida de los seres humanos en la Tierra. Requieren sus procesos de cepas, plantaciones, cuidados, corte, racimos, prensado, almacenamiento, fermentación, graduación, y la obtención final del vino en distintas tonalidades, componentes, sabores, presentación, y muchos otros catalogados caminos para gozar de tan preciado líquido, que sólo los enólogos con sus análisis son capaces de clasificar, enumerar y comparar el salutífero vino que aporta muchas cosas y se considera una bebida cardiosaludable. Eso sí, sin pasarse, ya que puede afectarnos tanto que podemos caer en el suelo y dormir la “mona” de los efectos de una “borrachera”.

 Se dice que el primer borracho del que habla el Evangelio fue Noé, quien al cultivar sus viñas las regaba tres veces; primero con la sangre de un mono; después con la sangre de un león; y, finalmente, con la sangre de un cerdo. De ahí se traslada el comentario de que la persona que consume en exceso el vino puede pasar por las tres fases que se citan de regar los viñedos con diversas sangres. Así surge que la borrachera nos trae primero “hacer monadas”, chistes y desvergüenzas; después, pasamos a ser un “león”, dominador, retador, buscador de peleas y de cantos vanagloriosos; por último, el tercer riego con sangre nos traslada a comportamientos como los de un “cerdo”, sin coordinación de nuestras palabras y cayendo al suelo, revolviéndonos en nuestros propios vómitos. Así suele ser, sólo con algunas horas durmiendo podremos pasar al estado habitual de nuestro organismo; eso sí, con una “resaca” que nos debilita, perdemos fuerza, tambaleamos, sentimos dolores musculares y, sólo algunas personas, sienten otro dolor, el “psíquico”,  por haber pasado la vergüenza de sufrir ese trance.

 Pero no es precisamente del proceso anterior de lo que quiero hablar, sino de las vicisitudes que hemos de afrontar en el largo período de plantación, maduración y recolección de los racimos de uvas. Al ser tan idéntico de año en año y por esa pizca de sabiduría popular que tenemos, aparecen cantares como el siguiente:

Nadie ponga una viña

junto a un camino.

Porque todo el que pasa

corta racimo.

Y así pasando,

se la van vendimiando,

sin saber cómo, ni cuándo.

 Cantar muy popular y que para mí tiene una buena carga de erotismo, sobre todo cuando el amo no sabe cuidar o vigilar la propiedad de su viña. Que cada lector saque sus propias consecuencias. Metafóricamente, esta especie de visión erótica me viene por el camino de que en el diccionario español de refranes figuran algunos, tales como: “la mujer bien tratada, y sujetada”; “viña y moza por casar, son difíciles de guardar”, etc.

 Muchas gracias, querido lector.

 Vicente Llopis Pastor


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