Una curiosa vida la de José María de Murga y Murgárteri (1827-1876),
que vivió durante los más convulsos años de la Historia de España del siglo XIX,
con Guerras Carlistas, pronunciamientos, reyes, cambios de Casa Real,
República, golpes de Estado y diversos regímenes políticos que han dado a España
la triste y despiadada opinión de que no nos entendemos entre nosotros mismos e
inventamos la convivencia de forma brusca y desabrida.
La profesión de nuestro personaje viene reflejada en las Enciclopedias
como “viajero, militar y escritor español”. Breve síntesis de una azarosa vida
que se movió como una lagartija entre el sol y la sombra, el día y la noche, el
desierto y la huerta, la medicina y la buhonería y que hasta cambió su propio
nombre dándole una pátina de pronunciación como si fuera un árabe.
Nacido en Bilbao, de distinguida familia, poseedor de una regular fortuna.
Por vocación ingresó en el Arma de Caballería, tomando parte en varias acciones
de guerra contra los Carlistas, e incluso como agregado a la Comisión Española
en la Guerra de Crimea (1852-1856) y se retiró del Ejército con el grado de Comandante.
Durante su vida militar estaba reputado como un hombre excéntrico, raro y con
gran sentido del humor. Estuvo seducido por los relatos que en España se hacían
sobre África, en donde los españoles estuvimos varios años guerreando. Y allí
se fue, tomando el nombre de El Hach Mohammed el Bagdade, primero de los múltiples
nombres árabes con que se presentó a lo largo de su vida.
En África se hizo popular y recorrió en camello o en burro una parte de
la geografía del norte africano, en donde adquirió cierto renombre como
curandero y sacamuelas, mediante brebajes, hierbas, flores aromáticas,
ungüentos, bálsamos y todo tipo de combinaciones pastosas o líquidas en las que
no faltaban partes de animales como serpientes, lagartos, escorpiones, reptiles
y saurios en diversidad de presentaciones y composiciones.
Allí pasó más de catorce años hasta que las dolencias y enfermedades adquiridas
en tan singular personaje le aconsejaron volver a España, con el propósito de
regresar a África en cuanto se repusiera, sin embargo, no pudo volver al
continente negro ya que falleció de una enfermedad hepática el día 1 de
diciembre de 1876 en Cádiz.
Su objetivo siempre fue el de conocer y divulgar las costumbres y
política del Marruecos de aquél entonces y recorrió desiertos, valles y
montañas a pie o a lomos de reatas de camellos o burros, viviendo entre tribus y
grupos étnicos dispares, en los que destacaba por su facundia y grandes dotes
de persuasión. Se cuenta que recorrió todas las distancias y pueblos nómadas
entre Tánger, Tetuán, Larache, Alacazaquirir, Fez, Salé, Rabat, Fedala y alguna
zona más.
En España fue nombrado Diputado General del “Señorío de Vizcaya” en
1870, que entonces era un territorio con organización política propia, y se
mantuvo desde el siglo XI hasta el año 1876, fecha en la que fueron abolidas
las Juntas Generales de Vizcaya y el régimen fiscal vizcaíno.
Nos dejó una obra escrita titulada “Recuerdos marroquíes del Moro
vizcaíno”, publicada en 1868. Curioso personaje que vivió entre serpientes,
alimañas, desierto, valles, montañas, riachuelos, y conoció a rifeños,
bereberes, marroquíes y todo lo que para los españoles nos resultaba exótico, a
pesar de la cercanía a nuestro país y en el que dominamos durante algunos años
una parte de esa África, en la que muchos soldados españoles dejaron su vida y
en la que todavía existe una pequeña referencia a nuestra prolongada presencia
en estas tierras, al haber asumido el Protectorado de Marruecos hasta que en el
año 1956 se declaró su independencia, nombrando como Rey a Mohammed V. Posteriormente,
con nuestra salida del Sáhara, Sidi Ifni y Guinea, la Diplomacia española creo
que no estuvo muy acertada y ahí permanece todavía una herida de más de
cuarenta y cinco años entre Marruecos, Saharauis, Frente Polisario y el círculo
de terreno que los rodea pertenecientes a Argelia y Mauritania.
Vicente Llopis Pastor
Comentarios
Publicar un comentario