Se suele hablar de forma bastante peyorativa de la Inquisición como uno de los más lamentables hechos que ha habido en la historia de la Humanidad. Quisiera matizar algunas cuestiones sobre lo que se entiende por Inquisición y la forma en que la aceptaron y llevaron a cabo algunas religiones frente a los llamados “herejes”.
Para
empezar, diré que la Inquisición no fue una creación de España, sino que se
estableció en Francia, en la zona de Languedoc, a finales del siglo XI, para
contrarrestar la influencia a la que estaban llegando las herejías de los
albigenses o cátaros, y que solamente cuatro siglos después llegó a
establecerse en España. Lo que ocurre es que en España se produjo un enorme
despliegue de la Inquisición por sus descubrimientos y colonizaciones y se
trasladó, a partir de los Reyes Católicos, a América y a sus colonias. Hay que
hacer notar que, en el año 1252, el Papa Inocencio IV (1195-1254) autorizó, en
la bula “Ad Extirpanda”, el uso de la
tortura para obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los
torturadores que no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlo.
Las penas eran variables. Los que se negaban a abjurar se les llamaba “herejes
relapsos” y eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de
muerte. Una vez conseguida la autorización del Papa se le llamó “Inquisición
romana”. Llegaron a extremos tales que el Papa Inocencio VIII, en 1484, da por
oficial la existencia de la brujería por medio de la bula “Summis Desideratis Affectibus”, en la que dice: “Ha llegado a
nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan el fornicar
con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y
conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la
propagación de los animales, la mies de la tierra”. La brujería en España fue
más suave y lo que se intentaba era que las mujeres volvieran a ser normales y
no tuvieran relaciones sexuales con el diablo.
Los acusados
eran interrogados comúnmente mediante torturas y, finalmente, castigados, si se
les encontraba culpables, requisándose sus bienes durante el proceso para
sufragar las costas judiciales y los gastos de encarcelamiento. Los acusados
también se podían arrepentir y recibir la reconciliación. A la ejecución de los
suplicios asistían el inquisidor, médico, secretario y verdugo, aplicándose
sobre el reo completamente desnudo, excepto en el caso de las mujeres. Entre los
métodos de tortura empleados estaban la garrucha, en la que se alzaba a la
víctima al techo con los brazos atados por detrás de la espalda; potro, en el que
se ataba al reo a un bastidor y el verdugo apretaba hasta atravesar la carne; el
tormento del agua, en el que se ataba al reo, se le introducía un paño por la
boca hasta la garganta y se vertían jarras de agua de aproximadamente un litro;
y, en general, unas técnicas que hoy nos parecen aberrantes. Normalmente la
ejecución de los considerados herejes era en plaza pública
Existe
una llamada “ley de la sociología” que dice “en todo colectivo siempre hay un
tanto por ciento, aunque sea bajo, de descomposición”. Esto se puede observar
en cualquier tipo de asociaciones, partidos políticos, colectivos, y en
general, algunas colectividades que buscan una finalidad. Incluso se puede
tratar estadísticamente y representar con una función normal 01; por ejemplo,
en un grupo de cien alumnos, posiblemente un 5% sean muy brillantes; otro 5%
sean muy torpes y el colectivo medio del 90%, admitamos que es normal. Si
trasladamos este planteamiento a una doctrina religiosa, observamos este mismo
fenómeno. Sobre todo cuando son religiones monoteístas, que se fundamentan en
los dogmas de fe y que no todos los practicantes de dicha religión lo aceptan
íntegramente y comienzan a aparecer quienes no admiten el dogma en su totalidad
y se manifiestan contra algunos principios, siendo tachados de herejes por las
autoridades religiosas.
La herejía
es, en cualquier creencia, estar en desacuerdo con algunas costumbres y dogmas
de fe establecidas por una organización religiosa. Es diferente de la
apostasía, en la que se renuncia formalmente y el individuo abandona dicha
religión; de la blasfemia, que es la injuria o irreverencia ante la religión. Ante
ello, una de las soluciones es la excomunión, por medio de la cual la autoridad
eclesiástica expulsa de la grey al hereje. Pero no siempre ha sido así, a lo
largo de varios siglos de historia, en vez de excomunión, lo que se ha hecho es
torturar, quemar y matar a quien se consideraban como hereje. La Inquisición,
que nació en el siglo XI en Francia, fue una institución oficial formada posteriormente
por el Papa Gregorio IX (1170 – 1241), quien creó un tribunal especial
encargado de combatir lo que consideraban herejía.
A lo
largo de los más de dos mil años de cristianismo han aparecido numerosísimas
herejías que no voy a citar porque son extensísimas, pero, estimado lector,
puede que le suene alguna de ellas; por ejemplo: las de Docetismo, gnosticismo,
maniqueísmo, eutiquianismo, monofisismo, valdenses, Sociedad Religiosa de los
Amigos (cuáqueros), anabaptistas o amish, calvinismo, hugonotes, luteranismo,
protestantismo, jansenismo, febronianismo, Movimiento de los Santos de los
Últimos Días o mormones, nestorianismo, Arrio, Focio Pelagio, iconoclastas, albigenses
o cátaros, etcétera, etcétera.
Las
decisiones de los tribunales de la Inquisición solían ser muy duras, pero no
fueron solamente de la Iglesia Católica, sino de las distintas ramas de la Iglesia
Cristiana, ortodoxa, protestante, anglicana, y muchas más. Por ello me permito
en este artículo hablar de las formas y maneras que tuvieron, sobre todo los
protestantes, frente a quienes no se identificaban con los principios de las
tesis de Martin Lutero, y con los protestantes centroeuropeos, calvinistas, suizos
y otros de la Europa Central y del Norte. Por eso, estimado lector, les voy a
citar a algunos de estos inquisidores protestantes y la dura labor y falta de
conciencia que tuvieron con quienes no aceptaban sus ideas, a quienes en muchos
casos aniquilaron porque hacían uso de un poder aceptado por reyes, príncipes y
emperadores. Para mí, los más destacados, y con pocos escrúpulos, fueron los
siguientes: Martin Lutero (1483-1546), alemán; Juan Calvino (1509-1564), de
Ginebra; Teodoro de Beza (1519-1605), francés, calvinista; John Knox
(1524-1572), predicador escocés; Thomas Crammer (1489-1512), inglés, anglicano;
Nicholas Ridley (1500-1555), anglicano; Ulrico Zwinglio (1484-1571), suizo,
reformador protestante; Felipe Melanchton (1497-1560), reformador religioso y
erudito alemán; Tomas Müntzer (1489-1525), predicador alemán, partidario de la
Reforma luterana; e incluso el propio Rey Enrique VIII de Inglaterra
(1492-1547), creador del anglicanismo.
Los principios
en los que se basaba esta Inquisición protestante eran la interpretación de la
Biblia y en las tradiciones, basándose en la intolerancia; la división
protestante y las mutuas animadversiones; el saqueo como un agente de
revolución religiosa; la erradicación sistemática del catolicismo; radicalismo
violento y la revolución protestante; muerte y tortura para católicos,
protestantes disidentes y judíos, así como la censura.
Recordando
algunos de estos lamentables hechos, podemos citar casos como los de la muerte
en la hoguera del español Miguel Servet, el primero que habló sobre la
circulación de la sangre en el cuerpo humano y que Calvino, entonces dominante
en Ginebra, lo hizo quemar en la hoguera junto con los libros y manuscritos de
su autoría; la persecución por herejías perpetuadas por la Iglesia Católica fue
una estupenda razón para no pertenecer a esa Iglesia y como respuesta la Iglesia
Protestante hizo lo mismo y con mayor dureza. En 1654 fueron condenados a la
hoguera diez católicos; muchos inconformes escaparon de Inglaterra e Irlanda a
las Américas cuando fueron lo suficientemente fuertes, en lugar de aprender con
su sufrimiento a ser tolerantes, fueron especialmente intolerantes con la
Sociedad de Amigos “cuáqueros”, los cuales tomaron la posición de
perseguidores; en 1691 un nuevo régimen trajo a Baltimore, Estados Unidos,
ciudad que acogió a los inmigrantes ingleses, incluso los católicos, la
clausura de las iglesias católicas y se les prohibió la enseñanza en público.
En
Europa, los protestantes se dedicaron al saqueo como una forma de revolución
religiosa; entre 1536 y 1540 empezaron a saquear los bienes de la Iglesia Católica.
Esto abrió las puertas a los príncipes para robar los bienes de conventos y
monasterios en muchas partes de la cristiandad, por ejemplo en Escandinavia,
Islas Británicas, Holanda, Alemania y Suiza; rebelión espiritual de Martin
Lutero que desató la avaricia de los gobernantes y estos rompieron el tutelaje
del Papa, apropiándose de iglesias y de sus riquezas; erradicación sistemática
del catolicismo; Martin Lutero se complacía con la expulsión de los católicos;
Melanchton favorecía los castigos corporales a los católicos; Zwinglio decía
que se tenía que aniquilar a obispos y sacerdotes; los países protestantes no cuestionaban
la enseñanza de otras religiones porque estaban prohibidas y si no acudían a
sus iglesias protestantes debían ser castigados, es decir, los ciudadanos
estaban obligados a asistir a los cultos reformadores protestantes; Lutero dijo
“si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería
fuego”; también dijo Lutero “es una obligación vencer al Papa usando la fuerza”
y “todo el que enseña contradicciones fundamentadas en las escrituras y son
creídos por los buenos cristianos deben ser castigados como blasfemos y las
autoridades deben castigar a esos blasfemadores”; masacre en el siglo XVI de
los monjes de la abadía de San Bernardo de Bremen; en 1535 fueron ahorcados
seis monjes cartujos y el Obispo de Rochester; el propio Rey Enrique VIII quemó
a miles de católicos y anabaptistas; este mismo Rey persiguió en Irlanda a más
de mil monjes dominicos, de los cuales solo sobrevivieron dos; durante el
reinado de Isabel I de Inglaterra se torturaron y ejecutaron jesuitas; en 1652
el Parlamento inglés decreta que los sacerdotes romanos deben ser colgados,
decapitados, desmembrados, quemados y su cabeza se debe exponer en un lugar
público; en la Alemania luterana, los anabaptistas eran introducidos en sacos,
que se cosían, y después se tiraban al río; en Escocia, en tiempos de John
Knox, en seis años, fueron quemadas más de mil mujeres acusadas de hechicería;
uno de los temas recalcitrantes fue el de la brujería, entendiendo que las
mujeres se convertían en brujas por haber tenido conocimiento carnal y sexual
con el diablo, razón por la cual se las mataba; etcétera, etcétera.
En conclusión,
Inquisición de la Iglesia Católica la hubo, y duró varios siglos, pero la
Inquisición de los protestantes fue más dura, dolorosa y con enormes tormentos,
y, generalmente, se habla poco de ella, a pesar de lo que supuso para la
población, tanto europea como de América del Norte, y que, entre otras cosas,
generó las guerras de religión de los siglos XVI y XVII, entre ellos la llamada
“Guerra de los Treinta Años”.
Amigo
lector. Como suele decirse en español: “en todo lugar cuecen habas, y en mi
casa a calderadas”.
Muchas
gracias por la lectura. Un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
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